viernes, 4 de marzo de 2011

Quería...


En una noche como cualquier otra, soñé contigo
de nuevo. Me deleité en la imagen pura y hermosa de tu cuerpo
delgado y casi sentí la textura de tu piel tibia.
Mientras me recreaba, ví como te aproximabas a mí, y
mi corazón, henchido de sentimiento y dulzura,
deseó tenerte cerca y entregarte miles y miles de
cosas mías.

En ese sueño, quería entregarte el sol que nos
ilumina... Pero sólo te regalé el resplandor de mi mirada
cada vez que te veía.

Quería entregarte mi cuerpo completo, más sin
embargo, te dí sólo fragmentos de piel.

Quería entregarte el candor de mi boca anhelante,
pero únicamente te entregué la caricia tierna
de mis labios tímidos.

Quería gritarte tantas y tantas cosas que me he
guardado para mí, y mi garganta sólo fue capaz de
desprender un susurro sensual que te decía un "te deseo",
albergando más significados de los que la vergüenza y el pudor
me permiten expresar.

Quería que hicieras tuyo el rincón más divertido de mi
cuerpo, pero, te regalé sólo la suavidad y humedad
que le recubre, y un rostro más rojo que la
sangre que corría alborotada por mis venas cada
vez que te sentía más y más cerca.

Quería lanzarte una mirada inolvidable, pero, en el trayecto,
caía rendida ante el hechizo de la tuya propia. Esa
pecaminosa, brillante y encantadora mirada arrancadora
de suspiros. Esa mirada enmarcada en ese entrecejo bello y testarudo.

Tenía tantas y tantas cosas que expresar, que, solamente
desperté con un "te quiero" deslizándose por mis labios,
mientras sonreía adormecida por haberme
dado el placer de pensar en tí una vez más.