lunes, 11 de abril de 2011

Historias de Michael y Michelle

- 13-

Un pedazo de sentimiento pegado a mi espejo

Desperté sin mucha convicción muy temprano en la mañana; lista para ser presa de la rutina de mi trabajo una vez más. Sentía mi pelo rubio enmarañado obstruyendo mi campo visual, y con gesto cansino, lo iba retirando de mi cara.

Como era de esperarse, Michael no estaba en la cama, pero oía el agua caer en el baño. Por lo visto se había levantado (como casi siempre) primero que yo.


Fui al tocador, y en el espejo, había una notita con trazos descuidados, en la que se leían las letras de uno de mis cantantes favoritos de los 80's latinos: Emmanuel. Ese mexicano que provocaba en mí escalofríos con sus letras sensuales, suaves y dulces. Se convirtió en mi amor platónico la primera vez que lo oí una tarde en el tocadiscos de mamá. Una amiga de su infancia, le había regalado el casette, y mi madre hablaba muy bien el español, por lo que, me había dado lecciones gratis. Y caí, rendida a sus letras, a su melodiosa voz, una mezcla entre potencia masculina, y el dulzor de la sensibilidad poética. Lo escuché toda la semana, busqué su biografía, otras canciones... Y un fragmento de mi favorita, estaba allí pegada en el espejo, sin título, solo las letras. Él sabía que la reconocería de inmediato:

Voy a hacer una ronda por tu cumpleaños
Un poema mil veces por año
Y así me entiendas cuanto te amo

Silbaré como silba un jilguero en el día
Borrare todas tus pesadillas
Y en tu boca me refugiaré

Buscaré tierra nueva en el campo
Le rezaré a un santo al atardecer
Nadaré mar adentro y en tu milla
Y de una costilla te haré mi mujer
Han crecido en tu piel girasoles
De tu vientre nació mi motivo:
Sentirme vivo

Voy a ser el que siempre te amarra el zapato
El que cuide de ti cada paso
El que ponga sabor a tus labios

Silbaré la canción de recuerdo en el día
Y en la noche te haré manzanilla
Para verte dormida en mi piel...
Abajo, en letras grandes, estaban sus iniciales: M.L. Ví como me sonrojaba frente al espejo, y apreté la notita contra mi pecho. En ese momento, un ruido suave me sacó de mi ensimismamiento. Él salía del baño, con sólo una toalla azul marino rodeando sus caderas exquisitas. Con otra más pequeña se secaba su pelo negro mojado, y lo más interesante... Una sonrisa sexy dibujada en los labios.

- ¿Ocurre algo? - Preguntó. Y sonrió. Como sólo él lo sabe hacer. Con esa sonrisa que me vuelve una loca irremediable y perdidamente enamorada.

- Ocurre de todo, Mickey... - Y me lancé a sus brazos.

Me mojé por las gotas que aún corrían por su piel. Pero valió la pena.

Aunque me ahorro los detalles de lo que pasó después, algunas cosas es mejor censurarlas... Al menos por el momento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario